domingo, 14 de enero de 2018

CIVILIZACIÓN METÁLICA








Hay personas que dudan de la existencia de otros mundos habitados, de seres más evolucionados que los terrestres. Aún más imposible de aceptar le resulta la posibilidad de que alguno de estos seres esté habitando la Tierra, o si lo hacen, es una creencia basada en leyendas absurdas, como la de los saurianos, por ejemplo; seres que de verdad existen, muy adelantados respecto a nosotros y dedicados a seguir avanzando en paz y armonía, pero que según estos mitos  estarían aquí, disfrazados, con la finalidad de conquistar lentamente  nuestras mentes, y finalmente adueñarse de la Tierra. La verdad es que muchos  habitantes de otros mundos están aquí con el  propósito  de aprender algo valioso o interesante, para su misma evolución. ¿Si son más adelantados que nosotros, preguntarán, qué pueden aprender de los terrestres? A veces este aprendizaje no es superior al de ellos, sino simplemente diferente, ya que para nuestros hermanos de las estrellas la Tierra es “”algo parecido a  un laboratorio de análisis”.
Esta frase emblemática la escuché de boca de Alexia B., durante una regresión.
  Trabajar con regresiones  a vidas pasadas en algo apasionante, que me ha permitido no sólo  ayudar a muchos seres a encajar piezas aparentemente inconexas de su vida, sino también a  descubrir cosas sobre mí misma y  redescubrir otras que estaban adormiladas en mi subconsciente. Y por supuesto, conocer las historias  de seres de otros mundos que habitan entre nosotros.
 Alexia B. es una joven y brillante ejecutiva que  dirige con su madre la empresa familiar.   En ella, siempre me llamó la atención  aquella mezcla de sabiduría profunda y compasión, aunada  a una extraordinaria capacidad de análisis y practicidad,   que la distinguen. Le gusta más escuchar que hablar, y su mirada profunda y atenta dice que está analizando  cada palabra pronunciada por su interlocutor.  Una mujer muy  equilibrada, que siempre tiene la solución a un problema, o la respuesta adecuada a una pregunta. Y no se trata solo de inteligencia puesta en práctica, sino de algo más, algo intangible que caracteriza a algunos seres en particular, y Alexia está entre éstos. Felizmente casada,  la educación que le imparte a su hija Isabel, una niña particularmente dotada,  incluye un amor inconmensurable unido a una disciplina estricta, equilibrio generalmente muy difícil de lograr.  
Imaginaba que, al someterse a regresión saldrían cosas sorprendentes, y la experiencia no me defraudó.
Después de la relajación,  comenzó a alejarse no sólo en el tiempo, sino también en el espacio. A pesar de  estar profundamente relajada, su rostro adquirió una expresión de alegría y ansiedad.
“Me dirijo a mi planeta de origen…
Le pregunté cómo se llamaba el planeta:
“Niubión, --contestó—es un planeta metálico… No hay casas, no hay edificios.  La superficie  está recubierta de barras  plateadas brillantes, conectadas  a cuadrados, a rectángulos y triángulos…
“¿Ahí adentro viven los habitantes del planeta?”
“Estas estructuras SON los habitantes del planeta… Cada barra, cada  símbolo geométrico es un ser  pensante…  Mi nombre es Kavi-B-10…”
Entonces comencé a escuchar un relato fascinante.
Así como, según los científicos, la vida en la Tierra se formó a partir de una molécula que   evolucionó paulatinamente, en este planeta la primera chispa de vida fue un elemento químico conductor de calor y electricidad. Las descargas eléctricas, aportadas principalmente por las tormentas, dieron origen a compuestos metálicos cada vez más complejos,  que terminaron en una liga perfecta y pensante, llamada Korbi.
El korbi carece de sentimientos y emociones. En cuanto tuvo conciencia de sí mismo, fue elaborando su perfección a base de coaliciones fríamente calculadas  bajo un estricto código matemático.  Esta fue la base de su filosofía y desarrollo, y nunca mutó.  Interconectados entre sí, los korbis se guían por un pensamiento compartido. No hay exclusividad, no hay posesiones; las ideas innovadoras no son  personales, sino ofrecidas en beneficio de todos. Solo hay una meta en común que apunta  hacia conocimientos y evolución.  La muerte es un asunto muy sencillo  que no causa temor: cuando una estructura se deteriora a tal punto que su reconstrucción se hace imposible, se la desconecta del grupo  y sus componentes se reciclan.  Luego se crea otro ser, para que la población mundial mantenga su número equilibrado. Punto final.
Ellos desconocen la angustia, el stress, las competiciones, la ambición de llegar a la meta antes que  otro.
Tampoco hay enamoramiento, ni matrimonio, menos aún sexo.
“¿Cómo se reproducen?”
“La vida no es otra cosa que una fórmula matemática –contestó Alexia—así como dos más dos son cuatro, un elemento más otro forma un ser.  Este método se aplica a todo.”
Y por medio de estás formulas, los korbis evolucionaron, y poblaron  Nubión. En su momento, construyeron vehículos espaciales, salieron del planeta y descubrieron a otros habitantes del universo, a lo que no  molestaron en lo más mínimo, pues  carecen del afán de poder y posesión. Estudiaron otras  culturas y se enriquecieron con nuevos conocimientos, aun cuando a muchas de ellas ni siquiera las entendían.
“La más compleja  y fascinante de todas, fue la terrestre. Esta mezcla de sentimientos y emociones, impulsividad e instinto nos resultó simplemente increíble. Investigamos, y descubrimos que la Tierra fue concebida como una especie de experimento. Llamémoslo un laboratorio, una forja donde  encarnaron seres de diferentes razas y culturas, trayendo cada uno una forma de ser, de pensar, una vivencia personal y diferente a las de otros.  Una gran variedad de elementos   que se fueron amalgamando, y el resultado lo conoces: es la forma de ser del humano, quién,  contra toda lógica logró armonizar entre sí estos elementos dispares, y  ahí comenzó su evolución. Nos parecía asombroso.   Pero nadie tiene la prerrogativa de juzgar sin antes entender. Por tanto pedimos permiso para poder representarnos en la Tierra, para poder estudiar debidamente conceptos como el amor, el sexo,  el dolor, el odio, el alma, el apego a los seres y  a las   posesiones… en fin, la gama de sensaciones humanas que los caracteriza”.
“¿A quién pidieron permiso?”
“Nuestras mentes, como la de cualquier forma de vida existente, están conectadas con la mente central, la que ustedes llaman Dios.  Nosotros lo  definimos sencillamente como el “Núcleo”.
“¿Cómo conjugan el desconocimiento de un sentimiento llamado amor con la creencia en un ser superior?
“Por una simple deducción lógica: nada existiría si algún ser  superior no hubiese deseado  que existiera. Establecida esta sencilla premisa, el paso siguiente fue buscar contacto con esta mente primordial. Y lo logramos. Por supuesto, sin la parafernalia mística que adorna vuestras  creencias, y que choca contra cualquier noción  lógica. Conceptos como “alma”, “espíritu”,  nos dejan perplejos. ¿Ustedes no entienden que todo esto complica  vuestra evolución? Simplemente, hay jerarquías, y como el Núcleo es el ser más evolucionado de todos,   el puntal de nuestro dogma es la obediencia, no podría ser de otra forma.”
Seguí preguntando,  y sus respuestas  están resumidas en los siguientes párrafos:
“Las fórmulas matemáticas son las únicas respuestas a todas las preguntas.   Toda solución de un problema, cualquier creación, tanto física como mental,  no es otra cosa que el resultado de un razonamiento preciso: el combustible sintético para poder viajar,  el… llamémoslo  alimento… que nuestra estructura necesita  para mantenerse en perfecto estado,   el diseño para construir una nave espacial… Un sencillo razonamiento lógico les evitaría a ustedes las complicaciones que surgen en la interacción. Todo, todo es el resultado de alguna ecuación. Cuando ustedes descubran este método, se acabará el hambre y todas las consecuencias que esta conlleva. Los multimillonarios que habitan la Tierra simplemente descubrieron cómo aplicar  una fórmula, y la pusieron en práctica. Su error fue utilizarla para fines personales, y no a favor del colectivo. Así no se evoluciona, se necesitan trabajo y metas conjuntas. Y esto nos permitió estudiar una de las emociones más comunes y fatales aquí: el egoísmo. Los terrestres que se comportan en forma anómala tienen alguna que otra falla en su programación, que se pudiera corregir con pequeños ajustes, y esto mejoraría mucho la vida en la Tierra. Por ejemplo, sería fácil  programar los sentimientos, lo que permitiría mantener las emociones bajo control.”
“Cada ser de otras culturas que encarna en la Tierra aporta alguna enseñanza para ayudar a  evolucionar: la palabra manuscrita, el calendario,  los tipos,  la electricidad, las pirámides… que encierran grandes conocimientos. Hace muchos siglos nosotros les enseñamos las bases matemáticas. Les  entregamos las herramientas, pero no podemos facilitarles ninguna fórmula decisiva, ustedes deben descubrirlas por medio del estudio y la meditación de lo aprendido. No podemos darles más de lo que recibimos,  pues romperíamos el equilibrio matemático. Actualmente, conforme seguimos avanzando en nuestro aprendizaje, contribuimos con aportes tecnológicos…”
Me contó que había encarnado  muchas veces ya:
“Me costó muchísimo adaptarme a la forma de ser terrestre. El aprendizaje fue muy fuerte, no entendía nada de sentimientos, ni de esta enrevesada forma de pensar. Me dejaba llevar por mí lógica, que chocaba fuertemente  con la mentira, esta  alteración de la verdad  que casi todos practican, y esto me causó un montón de problemas. Poco a poco aprendí, no a mentir, sino a callar mi opinión. Escuchaba, y almacenaba información…  Un día me di cuenta cuanto sacrificio me estaba costando permanecer en esta escuela.  Y  así descubrí que estaba comenzando a experimentar dolor y nostalgia… Nada será igual, cuando vuelva a Niubión…”
Alexia tenía más de una hora en  relajación profunda. Hablaba en voz baja, relatando, a ratos con tranquilidad, otros llevada por el sentimiento. Pronto tenía que traerla de vuelta al momento presente, así que  le pedí que me aclarara algunos puntos clave, por ejemplo ¿de qué utilidad le resultarían a su pueblo los conocimientos adquiridos? Si pudiera escoger ¿se quedaría o regresara?
Este es el resumen de sus respuestas:
“No, si de mí dependiera no volvería a mi planeta. Sé que estoy de paso, pero  no sé qué haré llegado el momento crucial, no podría volver a vivir en un mundo tan chato y uniforme. En la Tierra hay diversidad, que es lo que trae novedades, esperanza,  ilusiones… Sería maravilloso si se pudieran implantar en Niubión ciertas características   terrestres, pero eso es un sueño. No hay integración posible, son  dos culturas diametralmente opuestas: frialdad y raciocinio versus sentimientos y emociones.  
Cuando la traje nuevamente al aquí y el ahora, pasamos a analizar  su experiencia, puesto que, en relación profunda, un paciente recuerda todo lo revivido, cosa que no pasa con hipnosis.
Alexia estaba conmovida,  y al mismo tiempo deslumbrada por las muchas verdades que había descubierto, y que hacían encajar ciertas vivencias actuales como piezas de un rompecabezas.  En el trabajo  y en su vida diaria es capaz de resolver instantáneamente cualquier crisis porque, ahora lo entendía, aplicaba su lógica natural. No hay ecuación sin resultado, no existe situación sin respuesta, por más intrincada que sea. Sólo hacen falta unos segundos de reflexión.
“Siempre me he preguntado por qué a la gente le resultaba tan complicado comprender lo que para mí es sencillo, por esto a veces siento la tentación  de impacientarme. Simplemente, hay que guiarse por esquemas, y darle a las cosas o situaciones las dimensiones que ameritan, eso es todo. Ahora comprendo por qué ha sido todo un reto mantener la calma y ponerme en el lugar de los demás, pero aprendí a hacerlo  conectándome con mis sentimientos más profundos, y creo que, en el plano humano, esto ha sido uno de mis aprendizajes más importantes: aceptar que los demás no están tan esquematizados…”
Reflexionó unos segundos, luego sonrió ampliamente:
“¡Dios mío, como amo a mi esposo y a mi hija, tan abrumadoramente expresivos y sentimentales! ¿Cómo  podría concebir la vida sin esto…?”
“Dios mío… Y esto, Alexia, me lleva a una pregunta. Nunca hablaste de inseminación artificial para vuestra llegada a la Tierra… Entonces, si los korbis no creen en conceptos como alma o espíritu ¿cómo explican vuestra encarnación en este planeta?
Siguió un largo silencio.
“Creo que esto le dará mucho en qué pensar a los míos…” Dijo al fin.

La Tierra es un laboratorio de análisis…
Cuando le  escuché pronunciar esta frase a Alexia  me quedé de una pieza, pues de repente comprendí qué me quiso decir uno de mis guías espirituales superiores, cuando me  dijo con firmeza: venir a aprender en la Tierra es de valientes,  tú tienes las herramientas. No te sigas quejando y aplícalas.
Amigos lectores, si alguno de ustedes se identifica con estas palabras, pues que no se siga quejando, sino que busque las herramientas que seguramente están guardadas en su interior.


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