Hay seres que andan por el mundo justificándose. Por lo general, el que intenta justificarse trata de descargar su responsabilidad a una serie de circunstancias para eludir la suya propia. El que acostumbra faltar a los compromisos, por ejemplo, siempre tendrá una cantidad de escusas preparadas, no es él el que no sabe calcular el tiempo, la culpa es de algún imprevisto que se presentó a último momento, del tráfico que encontró, de la tos del bebé o de otra cosa. Cualquier escusa es buena para tratar de solapar la falta de respeto hacia la persona que estaba esperando, y ¡hay que ver los creativos que pueden llegar a ser los incumplidores! Hay algunos a lo que se le ha muerto siete veces la misma abuela, otros, tienen familiares que son ya milagros ambulantes, pues han sobrevivido a diecinueve infartos, otros más poseen un cacharro que los deja a pie a cada momento, y claro, todos ellos tienen madres o parejas castradoras que no los dejan ni respirar y le amargan la existencia.
Siempre la culpa es de otro, ellos son unas pobres víctimas, unos inocentes… que no engañan a nadie.
En casi todos los casos, se intenta justificar algo que no tiene justificación y sí en cambio arreglo, poniendo buen cuidado en fijarse en lo que se hace mal y no volver a hacerlo.
Pero hay otros casos en lo que justificarse es como pedir disculpas. Y cuando uno siente que no tiene nada por lo que disculparse, la situación se torna realmente incómoda. Esos son los seres de baja autoestima, los que han entregado a otros su poder, los que siempre necesitan aprobación para sus actos. En cambio de actuar y asumir, tratan de eludir su responsabilidad buscando escusas también. En cambio de decirle a su pareja que compró aquella cartera cara sencillamente porque le gustó, saca a relucir una cantidad de motivos a veces absurdos, cuando hubiese sido más sencillo decir simplemente la verdad: me gustó y la compré porque merezco gratificarme con algo lindo.
Una justificación es un argumento que busca convencer a alguien que una decisión tomada es la más apropiada, y la verdad es que un ser humano adulto, equilibrado y responsable no necesita andar por el mundo justificándose, sino asumiendo cabalmente su responsabilidad.
Asumir la propia responsabilidad es una actitud que todos deberíamos fortalecer, ejercer y enseñar como forma de mejoramiento individual, pero también social.
miércoles, 2 de junio de 2010
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