lunes, 28 de julio de 2008

VIVIR EL PRESENTE

Difícilmente el ser humano se centra en vivir el momento presente. Por lo general, vivimos desgarrados entre el pasado y el futuro, dimensiones que ya pasaron o que no han llegado todavía, mientras la única real es la presente.
Observa tus procesos mentales, trata de identificar si en tus pensamientos hay culpabilidad o resentimiento ¿experimentas rabia, frustración, angustia o auto compasión? El tomar conciencia de alguno de estos sentimientos es indicio de que estás viviendo fuera de la realidad temporal, reforzando una falsa percepción de ti mismo.
Hay hechos pasados que siguen atorméntanos, y que llevamos a cuesta, cargas demasiado pesadas para nuestra psique, lastres que impiden nuestro desarrollo y que debemos soltar.
Ustedes dirán que esto es fácil de decir, y tienen toda la razón. No, en muchos casos no es fácil desprenderse de estos pesos sin la ayuda de un profesional.
El primer paso hacia la sanación es tomar conciencia de que necesitamos ayuda.
Tomamos el caso de un adulto que siendo niño fue maltratado. Es obvio que las heridas están ahí, dirigiendo el desempeño de este ser. Porque, en el fondo de sí mismo, mientras no cura debidamente al niño herido que lleva adentro, nunca será un adulto sano. El sentimiento de dolor e impotencia, siempre lo acompañará, dirigiendo todos sus pasos, haciéndolo vivir en el miedo y en la duda. Porque, el que está asustado antes de una exposición, o de una reunión de trabajo no es el adulto profesional, sino el niño rechazado o maltratado. La suspicacia que experimenta al entrar en un grupo nuevo, o las dudas antes de declararse a la mujer que le gusta, son simplemente los miedos de aquel niño que necesita desesperadamente ser aceptado, pero teme no serlo. Los celos, lejos de ser una demostración de amor, lo son de inseguridad, de dudas interiores. Si soy un ser humano conciente de mis capacidades y mis virtudes (y también de mis defectos) ¿Por qué dudar del amor de mi pareja? Si dudo, es porque no soy conciente de mi mismo, no me siento digno, por ello llego a ver fantasmas hasta donde no los hay.
Hay hechos pasados que nos hacen temblar en cuanto el recuerdo se asoma a nuestra mente, por ello nos apresuramos a rechazarlos, a tratar de mantenerlos en una zona oscura, tratando de no verlos. Es lo mismo que esconder al gato muerto en lo más alto del armario, porque lo quisimos mucho y no tuvimos el coraje de enterrarlo. Podemos no verlo, pero al pasar al lado del mueble, el hedor nos causará nausea, hasta que decimos enfrentarnos con los restos del animal y lo sacamos de nuestra vida.
Los recuerdos amargos son como ese gato, y aunque no estamos conscientes de ello, a veces los queremos, sencillamente porque nos ayudan a mantener cierta actitud de desamparo. Por eso, repito, el primer paso es tomar conciencia, y la mejor forma de hacerlo, es escuchar los mensajes de las personas que nos quieren, si insisten en la necesidad de un cambio, es porque ellos están viendo algo que no somos capaces de ver en nosotros mismos.
La única forma de desterrar malos recuerdos es enfrentarse a ellos. Lejos de rehuirlos cuando vuelven a la mente, lo más sanos será revivirlos y afrontarlos, y finalmente darle su justa dimensión temporal, comprendiendo que de nada sirve arrastrarlos, como no sea para amargarnos el resto de nuestra vida. Hay hechos que podremos manejar solos, y para otros, desde luego, necesitaremos la ayuda de un profesional. No se le puede pedir a un ser que fue violado cuando era niño, por ejemplo, que se enfrente al hecho, porque sencillamente, solo, sin ayuda, no podría revivir aquella horrible carga de dolor. Pero, por paradójico que parezca, nunca aceptará el hecho como ineludible mientras no lo reviva y no le de su dimensión de “pasado”.
Es como echarle alcohol a una herida que de por sí ya arde, pero es la única forma de desinfectarla, si queremos que sane.
Por otra parte, hay personas que viven en el futuro, dejando escapar los momentos mágicos que nos ofrece el presente.
Estos seres serán felices cuando se gradúen, cuando se casen, cuando tengan apartamento o auto propio, cuando… luego, al futuro, después de… ¿Y mientras tanto?
Es sabio trabajar teniendo objetivos, más no vivir en función de éstos. Será magnifico tener apartamento propio, siempre y cuando, para obtenerlo, no nos privemos durante años de una vacación, de cambiar el abrigo, o hasta de visitar a seres queridos porque el desplazarnos implica gastos. Hay que tener una conciencia clara de “QUE” nos estamos perdiendo en este trayecto, pues nadie nos garantiza que seremos felices al alcanzar la meta… o simplemente si estaremos vivos para gozarla. Lo único seguro que tenemos es el momento presente.
Y finalmente, hay seres humanos que viven preocupados. Siempre tienen algo suficientemente válido para mantenerse ansiosos, proyectados hacia un futuro imaginario: la salud de sus familiares, el ruidito raro del motor del auto, la comida que prepararon para recibir a los invitados, el hijo que se retraza al llegar y no llamó por teléfono, el estornudo del bebé, el amor de su pareja… Cualquier excusa es buena.
Pre-ocuparse, significa ocuparse por anticipado de algo que todavía no ha sucedido… y que quizá, nunca llegue a suceder. Sin embargo, los preocupados crónicos trabajan activamente para que suceda, empleando para ello toda su imaginación y toda su energía mental. Por esto, en cambio de malgastar energías en creaciones negativas, ocupémonos de vivir el presente, tratando de sacarle un alegre provecho a cada minuto, aceptando las pequeñas-grandes cosas que nos ofrece la vida a diario, y demos las gracias por ello.

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