Hay personas que dudan de la existencia de otros mundos
habitados, de seres más evolucionados que los terrestres. Aún más imposible de
aceptar le resulta la posibilidad de que alguno de estos seres esté habitando
la Tierra, o si lo hacen, es una creencia basada en leyendas absurdas, como la
de los saurianos, por ejemplo; seres que de verdad existen, muy adelantados
respecto a nosotros y dedicados a seguir avanzando en paz y armonía, pero que
según estos mitos estarían aquí,
disfrazados, con la finalidad de conquistar lentamente nuestras mentes, y finalmente adueñarse de la
Tierra. La verdad es que muchos habitantes de otros mundos están aquí con
el propósito de aprender algo valioso o interesante, para
su misma evolución. ¿Si son más adelantados que nosotros, preguntarán, qué
pueden aprender de los terrestres? A veces este aprendizaje no es superior al
de ellos, sino simplemente diferente, ya que para nuestros hermanos de las
estrellas la Tierra es “”algo parecido a un laboratorio de análisis”.
Esta frase emblemática la escuché de boca de Alexia B.,
durante una regresión.
Trabajar con
regresiones a vidas pasadas en algo
apasionante, que me ha permitido no sólo
ayudar a muchos seres a encajar piezas aparentemente inconexas de su
vida, sino también a descubrir cosas sobre
mí misma y redescubrir otras que estaban
adormiladas en mi subconsciente. Y por supuesto, conocer las historias de seres de otros mundos que habitan entre
nosotros.
Alexia B. es una joven
y brillante ejecutiva que dirige con su
madre la empresa familiar. En ella, siempre
me llamó la atención aquella mezcla de
sabiduría profunda y compasión, aunada a
una extraordinaria capacidad de análisis y practicidad, que la distinguen. Le gusta más escuchar que
hablar, y su mirada profunda y atenta dice que está analizando cada palabra pronunciada por su interlocutor.
Una mujer muy equilibrada, que siempre tiene la solución a
un problema, o la respuesta adecuada a una pregunta. Y no se trata solo de
inteligencia puesta en práctica, sino de algo más, algo intangible que
caracteriza a algunos seres en particular, y Alexia está entre éstos.
Felizmente casada, la educación que le
imparte a su hija Isabel, una niña particularmente dotada, incluye un amor inconmensurable unido a una
disciplina estricta, equilibrio generalmente muy difícil de lograr.
Imaginaba que, al someterse a regresión saldrían cosas
sorprendentes, y la experiencia no me defraudó.
Después de la relajación,
comenzó a alejarse no sólo en el tiempo, sino también en el espacio. A
pesar de estar profundamente relajada,
su rostro adquirió una expresión de alegría y ansiedad.
“Me dirijo a mi planeta de origen…
Le pregunté cómo se llamaba el planeta:
“Niubión, --contestó—es un planeta metálico… No hay casas, no
hay edificios. La superficie está recubierta de barras plateadas brillantes, conectadas a cuadrados, a rectángulos y triángulos…
“¿Ahí adentro viven los habitantes del planeta?”
“Estas estructuras SON los habitantes del planeta… Cada
barra, cada símbolo geométrico es un
ser pensante… Mi nombre es Kavi-B-10…”
Entonces comencé a escuchar un relato fascinante.
Así como, según los científicos, la vida en la Tierra se
formó a partir de una molécula que
evolucionó paulatinamente, en este planeta la primera chispa de vida fue
un elemento químico conductor de calor y electricidad. Las descargas
eléctricas, aportadas principalmente por las tormentas, dieron origen a
compuestos metálicos cada vez más complejos,
que terminaron en una liga perfecta y pensante, llamada Korbi.
El korbi carece de sentimientos y emociones. En cuanto tuvo
conciencia de sí mismo, fue elaborando su perfección a base de coaliciones
fríamente calculadas bajo un estricto
código matemático. Esta fue la base de
su filosofía y desarrollo, y nunca mutó.
Interconectados entre sí, los korbis se guían por un pensamiento
compartido. No hay exclusividad, no hay posesiones; las ideas innovadoras no
son personales, sino ofrecidas en
beneficio de todos. Solo hay una meta en común que apunta hacia conocimientos y evolución. La muerte es un asunto muy sencillo que no causa temor: cuando una estructura se
deteriora a tal punto que su reconstrucción se hace imposible, se la desconecta
del grupo y sus componentes se
reciclan. Luego se crea otro ser, para
que la población mundial mantenga su número equilibrado. Punto final.
Ellos desconocen la angustia, el stress, las competiciones,
la ambición de llegar a la meta antes que
otro.
Tampoco hay enamoramiento, ni matrimonio, menos aún sexo.
“¿Cómo se reproducen?”
“La vida no es otra cosa que una fórmula matemática –contestó
Alexia—así como dos más dos son cuatro, un elemento más otro forma un ser. Este método se aplica a todo.”
Y por medio de estás formulas, los korbis evolucionaron, y
poblaron Nubión. En su momento, construyeron
vehículos espaciales, salieron del planeta y descubrieron a otros habitantes
del universo, a lo que no molestaron en
lo más mínimo, pues carecen del afán de
poder y posesión. Estudiaron otras culturas y se enriquecieron con nuevos
conocimientos, aun cuando a muchas de ellas ni siquiera las entendían.
“La más compleja y
fascinante de todas, fue la terrestre. Esta mezcla de sentimientos y emociones,
impulsividad e instinto nos resultó simplemente increíble. Investigamos, y
descubrimos que la Tierra fue concebida como una especie de experimento. Llamémoslo
un laboratorio, una forja donde
encarnaron seres de diferentes razas y culturas, trayendo cada uno una
forma de ser, de pensar, una vivencia personal y diferente a las de otros. Una gran variedad de elementos que se
fueron amalgamando, y el resultado lo conoces: es la forma de ser del humano,
quién, contra toda lógica logró
armonizar entre sí estos elementos dispares, y
ahí comenzó su evolución. Nos parecía asombroso. Pero nadie tiene la prerrogativa de juzgar
sin antes entender. Por tanto pedimos permiso para poder representarnos en la
Tierra, para poder estudiar debidamente conceptos como el amor, el sexo, el dolor, el odio, el alma, el apego a los
seres y a las posesiones… en fin, la gama de sensaciones
humanas que los caracteriza”.
“¿A quién pidieron permiso?”
“Nuestras mentes, como la de cualquier forma de vida
existente, están conectadas con la mente central, la que ustedes llaman Dios. Nosotros lo
definimos sencillamente como el “Núcleo”.
“¿Cómo conjugan el desconocimiento de un sentimiento llamado
amor con la creencia en un ser superior?
“Por una simple deducción lógica: nada existiría si algún
ser superior no hubiese deseado que existiera. Establecida esta sencilla
premisa, el paso siguiente fue buscar contacto con esta mente primordial. Y lo
logramos. Por supuesto, sin la parafernalia mística que adorna vuestras creencias, y que choca contra cualquier
noción lógica. Conceptos como “alma”,
“espíritu”, nos dejan perplejos.
¿Ustedes no entienden que todo esto complica
vuestra evolución? Simplemente, hay jerarquías, y como el Núcleo es el
ser más evolucionado de todos, el
puntal de nuestro dogma es la obediencia, no podría ser de otra forma.”
Seguí preguntando, y
sus respuestas están resumidas en los
siguientes párrafos:
“Las fórmulas matemáticas son las únicas respuestas a todas
las preguntas. Toda solución de un
problema, cualquier creación, tanto física como mental, no es otra cosa que el resultado de un
razonamiento preciso: el combustible sintético para poder viajar, el… llamémoslo alimento… que nuestra estructura
necesita para mantenerse en perfecto
estado, el diseño para construir una
nave espacial… Un sencillo razonamiento lógico les evitaría a ustedes las
complicaciones que surgen en la interacción. Todo, todo es el resultado de
alguna ecuación. Cuando ustedes descubran este método, se acabará el hambre y
todas las consecuencias que esta conlleva. Los multimillonarios que habitan la
Tierra simplemente descubrieron cómo aplicar una fórmula, y la pusieron en práctica. Su
error fue utilizarla para fines personales, y no a favor del colectivo. Así no
se evoluciona, se necesitan trabajo y metas conjuntas. Y esto nos permitió
estudiar una de las emociones más comunes y fatales aquí: el egoísmo. Los
terrestres que se comportan en forma anómala tienen alguna que otra falla en su
programación, que se pudiera corregir con pequeños ajustes, y esto mejoraría
mucho la vida en la Tierra. Por ejemplo, sería fácil programar los sentimientos, lo que permitiría
mantener las emociones bajo control.”
“Cada ser de otras culturas que encarna en la Tierra aporta alguna
enseñanza para ayudar a evolucionar: la
palabra manuscrita, el calendario, los
tipos, la electricidad, las pirámides…
que encierran grandes conocimientos. Hace muchos siglos nosotros les enseñamos
las bases matemáticas. Les entregamos
las herramientas, pero no podemos facilitarles ninguna fórmula decisiva,
ustedes deben descubrirlas por medio del estudio y la meditación de lo
aprendido. No podemos darles más de lo que recibimos, pues romperíamos el equilibrio matemático.
Actualmente, conforme seguimos avanzando en nuestro aprendizaje, contribuimos con
aportes tecnológicos…”
Me contó que había encarnado
muchas veces ya:
“Me costó muchísimo adaptarme a la forma de ser terrestre. El
aprendizaje fue muy fuerte, no entendía nada de sentimientos, ni de esta
enrevesada forma de pensar. Me dejaba llevar por mí lógica, que chocaba
fuertemente con la mentira, esta alteración de la verdad que casi todos practican, y esto me causó un
montón de problemas. Poco a poco aprendí, no a mentir, sino a callar mi opinión.
Escuchaba, y almacenaba información… Un
día me di cuenta cuanto sacrificio me estaba costando permanecer en esta
escuela. Y así descubrí que estaba comenzando a experimentar
dolor y nostalgia… Nada será igual, cuando vuelva a Niubión…”
Alexia tenía más de una hora en relajación profunda. Hablaba en voz baja, relatando,
a ratos con tranquilidad, otros llevada por el sentimiento. Pronto tenía que
traerla de vuelta al momento presente, así que
le pedí que me aclarara algunos puntos clave, por ejemplo ¿de qué
utilidad le resultarían a su pueblo los conocimientos adquiridos? Si pudiera
escoger ¿se quedaría o regresara?
Este es el resumen de sus respuestas:
“No, si de mí dependiera no volvería a mi planeta. Sé que
estoy de paso, pero no sé qué haré
llegado el momento crucial, no podría volver a vivir en un mundo tan chato y
uniforme. En la Tierra hay diversidad, que es lo que trae novedades, esperanza, ilusiones… Sería maravilloso si se pudieran
implantar en Niubión ciertas características
terrestres, pero eso es un sueño.
No hay integración posible, son dos culturas
diametralmente opuestas: frialdad y raciocinio versus sentimientos y emociones.
Cuando la traje nuevamente al aquí y el ahora, pasamos a
analizar su experiencia, puesto que, en
relación profunda, un paciente recuerda todo lo revivido, cosa que no pasa con
hipnosis.
Alexia estaba conmovida,
y al mismo tiempo deslumbrada por las muchas verdades que había
descubierto, y que hacían encajar ciertas vivencias actuales como piezas de un
rompecabezas. En el trabajo
y en su vida diaria es capaz de resolver instantáneamente cualquier
crisis porque, ahora lo entendía, aplicaba su lógica natural. No hay ecuación
sin resultado, no existe situación sin respuesta, por más intrincada que sea.
Sólo hacen falta unos segundos de reflexión.
“Siempre me he preguntado por qué a la gente le resultaba tan
complicado comprender lo que para mí es sencillo, por esto a veces siento la
tentación de impacientarme. Simplemente,
hay que guiarse por esquemas, y darle a las cosas o situaciones las dimensiones
que ameritan, eso es todo. Ahora comprendo por qué ha sido todo un reto
mantener la calma y ponerme en el lugar de los demás, pero aprendí a hacerlo conectándome con mis sentimientos más
profundos, y creo que, en el plano humano, esto ha sido uno de mis aprendizajes
más importantes: aceptar que los demás no están tan esquematizados…”
Reflexionó unos segundos, luego sonrió ampliamente:
“¡Dios mío, como amo a mi esposo y a mi hija, tan
abrumadoramente expresivos y sentimentales! ¿Cómo podría concebir la vida sin esto…?”
“Dios mío… Y esto, Alexia, me lleva a una pregunta. Nunca
hablaste de inseminación artificial para vuestra llegada a la Tierra… Entonces,
si los korbis no creen en conceptos como alma o espíritu ¿cómo explican vuestra
encarnación en este planeta?
Siguió un largo silencio.
“Creo que esto le dará mucho en qué pensar a los míos…” Dijo
al fin.
La Tierra es un laboratorio de análisis…
Cuando le escuché
pronunciar esta frase a Alexia me quedé
de una pieza, pues de repente comprendí qué me quiso decir uno de mis guías
espirituales superiores, cuando me dijo
con firmeza: venir a aprender en la Tierra es de valientes, tú tienes las herramientas. No te sigas
quejando y aplícalas.
Amigos lectores, si alguno de ustedes se identifica con estas
palabras, pues que no se siga quejando, sino que busque las herramientas que
seguramente están guardadas en su interior.