Días atrás, al despedir una paciente nueva, le dije una
frase que repito muy seguido: Hasta la próxima, y mientras tanto quiérete
mucho.
Ella me miró sorprendida. “Esta frase deberíamos decírsela a los que están a
mi alrededor, porque son ellos lo que deben quererme, no yo misma”
En ella había detectado serios problemas de autoestima, y
esta respuesta suya fue el punto de
partida de estas reflexiones, puesto que me doy cuenta de que muchas personas
aún tiene una idea distorsionada sobre la forma en que deben asumir su existencia. Son los que creen que su felicidad
depende de los demás, o de las circunstancias que rodean su existencia. Creen
que hallarán la tranquilidad existencial
cuando consigan una
pareja, o un mejor trabajo o cuando se ganen la lotería. Estos son los
seres que viven de expectativas, que dependen de otros o de un acontecimiento para estar contentas, y llegado el momento, no
dudan en entregar su poder personal, esperando que “la quieran
y la hagan feliz”. ¿Se imaginan
la responsabilidad que estamos echándole sobre los hombros a esta persona, quién, confiadamente, quiere
comenzar una relación? ¿Y se imaginan si esta otra persona tiene los mismos deseos y expectativas?
¿Quién va a hacer feliz a quién, si ambos esperan que el otro realice el
trabajo?
¡Que error tan grande! Nunca podremos ser felices al lado
de una pareja si no nos hemos realizado como seres, pues antes de llegar a ser
pareja somos individuos, y un individuo no puede pasar a un grado superior si
no ha aprobado todas las materias. Y esto no significa haber vivido aventuras, haber viajado y conocido un montón de gente o
bailado hasta el amanecer. Significa conocernos interiormente, reconocer nuestro valor, nuestros dones y
defectos, trabajar para mejorar las cosas negativas y felicitarnos por las positivas. Realizarnos significa también buscar el
trabajo más afín a nuestros deseos, disfrutar de las cosas que nos gustan y
tener consciencia de nosotros mismos y nuestras necesidades. Y, por supuesto,
aprender a satisfacerlas personalmente. En fin, tomar la responsabilidad de
vivir, sin pretender que otro tiene el
deber de ayudarnos a salir adelante, de
hacernos felices y asumir la culpa si
esto no sucede.
Bajo este contexto, una pareja viene a ser el complemento de
nuestra realización, no el factor que la proporciona. Por tanto, una persona que comienza una
relación, debe esperar que algo nuevo se añadirá a lo que ya tiene, para aumentar esta sensación de
satisfacción y plenitud. Aumentarla, no proporcionarla.