lunes, 6 de mayo de 2013
LA ENVIDIA
La Envidia es aquel sentimiento en el cual existe dolor o rabia por no poseer uno mismo lo que tiene el otro. Nace de las comparaciones inconscientes, de sentirse y creerse menos que los demás, de desear algo y no saber cómo obtenerlo. Es muy común en aquellas personas con poca autoestima, que no se creen capaces de obtener lo que desean. Se entiende entonces, que el envidioso es un insatisfecho que obviamente no sabe que lo es, un ser que siente mucho rencor contra las personas que poseen algo que él también desea pero no puede o no busca la manera de desarrollar. Entonces, en vez de aceptar sus faltas o trabajar para obtener lo que desea, el envidioso odia y desearía destruir a toda persona que posee lo que él querría tener. Podemos definir la envidia como la rabia vengadora del impotente, una forma de resentimiento que no busca que a uno le vaya mejor sino que al otro le vaya peor, una defensa típica de las personas acomplejadas o fracasadas.
Generalmente, se envidian las posesiones materiales, pero hay quién codicia también, quizá sin darse cuenta, la forma de ser de otra persona. Toda persona exitosa, libre, poderosa, feliz, es detestada por alguien. El envidioso se dice a sí mismo que el otro le cae mal, que es antipático y detestable… cuando en verdad, quisiera estar en su lugar y tener la admiración, el respeto y la cantidad de amigos que el otro tiene. Sin embargo, es difícil admitirse uno mismo que está codiciando algo que no le pertenece, por tanto el envidioso acostumbra mentirse a sí mismo. Busca defectos en el otro, para justificar su malestar, y desde luego los encuentra, luego trabaja para tratar de destruir a su rival, y su envidia toma expresión por medio de críticas, ofensas, dominación, rechazo, difamación, agresiones, rivalidad, venganzas… ¡Qué forma tan triste de malgastar la propia energía! Experimentar envidia es indicador de que hay aspecto en la vida que debemos mejorar, y que no queremos confesarlo y aceptarlo. Es manifestar unas carencias emocionales que se deben subsanar de inmediato reforzando la autoestima, si es necesario con la ayuda de un especialista. Todos tenemos virtudes, dones, talentos y cualidades únicas. El primer paso hacia el éxito es tomar conciencia de estas habilidades personales, luego ponerlas en práctica para sacarle el mejor partido posible. Y ¿por qué no? También aprender del otro, en cambio de quedarse deseando lo que no se tiene. Si otros pueden, uno también puede. Es importante aprender a quererse, considerarse merecedor de lo que uno desea en la vida y sentirse capaz de poder alcanzarlo. Las metas no son iguales para todos, cada uno de nosotros debe luchar para alcanzar la propia, independientemente de los logros de otro. Y ya que este círculo malévolo de envidia comienza en la infancia, trabajemos desde ahora con los menores de nuestra familia para ahorrarles sufrimientos futuros. Aprendamos a alabarlos, a reforzarles sus talentos, haciendo que tomen conciencia de sus habilidades e orientándolos sobre la mejor forma de ponerlas en práctica.
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