jueves, 14 de junio de 2012

AMOR

Una madre que observa sonriente a su hijo, un hombre que abraza a su pareja, alguien que acaricia a su perro, la joven que le ofrece el brazo a un anciano, para sostenerlo mientras camina… Todos, si bien de diferentes formas, están manifestando el mismo sentir: amor, el sentimiento más importante de los seres humanos, inherente a nuestra misma naturaleza. Amor, sublime impulso de Dios, energía que mueve los mundos, que todo lo crea, transforma, eleva... Es lamentable que el caudal de sentimientos instintivamente amorosos de un bebé sean, poco a poco, reprimidos por los adultos debido a las exigencias de la sociedad, que ha instaurado ciertos patrones de conducta, fundados en el egoísmo. Todos los pensamientos del ser humano, palabras y acciones deberían estar basados en el amor, pues precisamos sentirnos apreciados, respetados y comprendidos para convivir armónicamente y poder así participar con el corazón de las alegrías de familiares y amigos. Todos necesitamos que nos manifiesten cariño, cercanía, afecto, y todos necesitamos mostrarlo. Nada puede sustituir la calidez de un abrazo, la ternura de una caricia o el brillo de una mirada. El deber de amar comienza con nosotros mismos, para poder expandir este sentimiento hacia nuestros semejantes y el medio ambiente que nos rodea, por eso es necesario establecer limites y mantenerlos firmemente, respetándonos, sin permitir que el otro viole nuestros derechos personales. Amar significa dar, compartir, comprender, servir, convivir y respetar. Amar significa manifestar bondad, compasión y afecto, y si todos actuáramos bajo estos preceptos conoceríamos la paz y la alegría de vivir. Amar es comprender a otro ser humano sin juzgarlo ni descalificarlo, aceptar sus decisiones sin condenarlas, respetarle el derecho inalienable de elegir su propio camino, es darle la libertad para que se descubra a sí mismo, luego aceptarlo sin condiciones. Es valorar la otra persona por ser como es, no como nos gustaría que fuera, perdonando sus faltas y errores y ofreciéndole nuestra mano para ayudarlo a levantarse cuando cae, sin recriminaciones. Amar es mirar más allá de la expresión física de un ser humano, y encontrar aquella esencia pura y universal, es encontrar las palabras justas para expresar nuestro enfado sin ofender al ser querido, poder manifestar lo que molesta e incomoda sin herirlo o lastimarlo. También es compartir y disfrutar las alegrías y aceptar las discrepancias. Y finalmente, si llega a ser necesario, es ser capaz de despedirte en paz y en armonía, de modo que ambos puedan recordar con gratitud los momentos compartidos. Finalizo con un hermoso pensamiento de Kahlil Gibran: Durante mi juventud el amor será mi maestro; En la madurez, el amor será mi ayuda; Y en la viejez, el amor será mi encanto

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