
Siempre la culpa es de otro, ellos son unas pobres víctimas, unos inocentes… que no engañan a nadie.
En casi todos los casos, se intenta justificar algo que no tiene justificación y sí en cambio arreglo, poniendo buen cuidado en fijarse en lo que se hace mal y no volver a hacerlo.
Pero hay otros casos en lo que justificarse es como pedir disculpas. Y cuando uno siente que no tiene nada por lo que disculparse, la situación se torna realmente incómoda. Esos son los seres de baja autoestima, los que han entregado a otros su poder, los que siempre necesitan aprobación para sus actos. En cambio de actuar y asumir, tratan de eludir su responsabilidad buscando escusas también. En cambio de decirle a su pareja que compró aquella cartera cara sencillamente porque le gustó, saca a relucir una cantidad de motivos a veces absurdos, cuando hubiese sido más sencillo decir simplemente la verdad: me gustó y la compré porque merezco gratificarme con algo lindo.
Una justificación es un argumento que busca convencer a alguien que una decisión tomada es la más apropiada, y la verdad es que un ser humano adulto, equilibrado y responsable no necesita andar por el mundo justificándose, sino asumiendo cabalmente su responsabilidad.
Asumir la propia responsabilidad es una actitud que todos deberíamos fortalecer, ejercer y enseñar como forma de mejoramiento individual, pero también social.