El ser humano, por
inseguridad, busca el control en toda situación. Perderlo, creemos, equivale a
quedarnos  desvalidos y a merced de
personas y  situaciones, y muchas veces
este temor nos lleva a cometer errores que destruyen relaciones afectivas. El
intento de mantener el control se da en todo nivel:   entre genitores e hijos, hermanos,   entre amigos y por supuesto, en parejas.  Analicemos un poco éste último caso.  
Conservar una
relación  sana y equilibrada no es fácil,
son muy pocas  las  parejas que viven una unión basada en la
confianza. Ésta se da únicamente entre seres conscientes de sí mismos y sus
cualidades.  Todos somos padres, amigos,
amantes, hermanos, hijos  y esposos  a la vez. Como   asumimos tantos roles,  ambos integrantes deberíamos detectar a
tiempo las necesidades del otro. En determinado momento, el otro puede que esté
buscando al amigo@, no al
esposo@, o al hermano@  afectuoso y
comprensivo, no a la autoridad.  En otras
situaciones somos niños  y buscamos  al padre (o a la madre) no al amante.  Si desde el corazón identificamos qué debemos
dar,  cual rol asumir ¿por qué la
inseguridad y el miedo, si estamos dando lo mejor de nosotros mismos?  Si damos apoyo y amor, esto recibiremos en
cambio. Claro que hay relaciones disfuncionales donde existen la traición, el
abuso y la falta de respeto, pero seguir manteniéndola o no, depende de los
protagonistas.  Una relación es positiva
o negativa, aporta alegría y satisfacción a nuestras vidas, y  es la que debemos vivir hasta el final, o
desdicha y angustia, y en este caso, lo más sensato es cortarla de una
vez.  Intentar mantener el control
persiguiendo constantemente al otro, monitoreando cada instante de su día habla
de una relación  enfermiza, donde la
inseguridad tiene el papel determinante. 
Y si de verdad hay motivos de celos ¿De qué nos sirve una pareja que
retenemos a nuestro lado por medio de escenas, llantos y amenazas? Una de dos:
o nos merecen, o no nos merecen, y en este segundo caso, ¡Cuánto más lejos  mejor! ¡Amate a ti mismo, respétate y exige
respeto! ¡No te rebajes amenazando y manipulando! Eres un ser humano
maravilloso, y mereces mucho más que  
sufrir y soportar. Sólo depende de ti mismo.

 
 
 
